viernes, 29 de enero de 2010

Los crímenes de Oxford (o ¿dónde está Alex?)



La película responde a las convenciones de un género tan transitado como es el "policial". En este caso, la particularidad radica en la lógica matemática que estructura el desarrollo de los crímenes y la investigación. Esta característica se encuentra en la novela original, Crímenes imperceptibles, del escritor y matemático argentino Guillermo Martínez.

El protagonista del film, Martín, es encarnado por el joven actor Elijah Wood. Su interpretación no cumple con las necesidades de la historia. Su expresividad facial y corporal no responde a lo inmediato de la fábula, sino más bien, permanece monótona en escenas de diferente dimensión, ya sea de suspenso, de sexo o de contemplación. Por este motivo, no se consolida el suspenso que conduce a la resolución del misterio. El resto de las interpretaciones cumplen con lo requerido por sus respectivos personajes, sin destacarse ninguna.

El film se encuentra filmado con gran preciosismo y una minuciosa prolijidad en el tratamiento de la composición del cuadro. Sin embargo, no posee la impronta del director. Podría haber sido filmada por cualquier otro y no lo notaríamos. ¿Donde ha quedado lo grotesco, lo bizarro del genio de Alex? Estas características en su filmografía, han sido dejadas en el camino y reemplazadas por una estilización insoportable, digna de un director de "cine arte". De la Iglesia poseía una estética propia que le permitía desfilar por diferentes argumentos con grandes resultados.

Nada de esto se percibe en su último film. Lo único que permanece, como punto de referencia para los fanáticos, es la música de Roque Baños, que nos remite involuntariamente a films como La comunidad, despertando la nostalgia.

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