sábado, 30 de julio de 2011

Por tu culpa (2010), de Anahí Berneri


Y tu mamá también

Julieta no puede, o no sabe cómo, tener dominio de su vida. Se trata de una madre que se ve superada por la situación que debe afrontar, dominar a dos niños pequeños, Teo de 2 años y Valentín, de 9. Dos chicos problemáticos, sin límites; maleducados.
Ella será la protagonista exclusiva del relato. Durante la narración nunca la abandonamos; siempre nos situamos a su lado, oyendo nítidamente su respiración, rozando su cuerpo. La cámara se mueve junto a ella y muestra aquello que se encuentra cerca, a veces, a partir de segundos planos fuera de foco; en otros casos, simplemente se construye una situación fuera de campo a partir de la banda de sonido. La cámara, nerviosa, no oculta el pulso que el relato desequilibra, expresando una tensión e inquietud en aumento; la de Julieta y la nuestra.

El film inicia con el sonido de su respiración, agitada; un herpes en la boca, uñas despintadas… señales de strees y abandono. Se presenta así esta mujer que intenta ser buena madre, pero cree fracasar en el proceso.
Ella es una persona frágil, débil. Es vulnerable, porque todas las situaciones que suceden esa noche la vulneran, la quebrantan, la hieren. Acepta las réplicas y juicios de quienes la rodean sin siquiera manifestar enojo; simplemente, llorando a escondidas. Su hijo la insulta, su marido la rebaja, el médico la denuncia; y ella demuestra, sólo con sus ojos cada vez más cubiertos de lágrimas y el flequillo un tanto más despeinado, el aumento de su nerviosismo. Sin embargo, ella no se encuentra intranquila por recibir aquéllos agravios; sino que parece dudar entre la responsabilidad o la accidentalidad del golpe del niño. Es insegura y teme que lo que dicen estos hombres sea verdad.
No creo que el film se trate de la maternidad. En todo caso, se ponen en juego una serie de discursos sociales y un modelo de maternidad. Aquél que señala a la madre como la mayor y única responsable de los niños, basándose en la supuesta naturaleza femenina para justificar el delegarle todas las culpas y responsabilidades. Mientras el padre, figura clásica de la autoridad, sólo aparece para resolver los conflictos, aquellos que la mujer no puede solucionar. Julieta debe tolerar cómo constantemente los doctores piden por su marido, por los padres de la criatura, para aclarar la situación. Asimismo, el doctor nunca duda de quién puede esta lastimando al niño, asume su culpabilidad sin dudarlo.
El padre como ley, la madre como matriz; el padre como autoridad, la madre como responsable. Premisa de nuestra cultura que nadie osaría desmentir. Por ese motivo, si bien nunca se menciona el juicio “por tu culpa”, que da nombre al film, ella lo reconoce en las miradas, los silencios y palabras que se labran a su alrededor. El doctor no comprende cómo la madre puede desconocer el motivo de la herida; su pareja no entiende cómo los chicos sufren accidentes cuando están con ella, lo que explica su sentencia, mis hijos no tienen una madre. No se trata de que no posean una madre, sino de que parecería imposible cumplir con las exigencias que ese rótulo implica. Al menos, para Julieta, resulta imposible.
Cabe aclarar que ella también se acomoda en aquel pensamiento. No se cree capaz de controlar a sus hijos, ni de confrontar al médico, a su marido o al policía. Necesita de un hombre que la abrace y proteja (justamente, lo que hace Valentín luego de insultarla) para solucionar lo que sucede. Se resigna a obtener el poder. Esto se evidencia en aquellos momentos en que ella se observa al espejo. Se trata de una autoevaluación: ella se mira y se juzga; se mira y busca reconocerse en la imagen que se le opone. Sin embargo, parece que no lo consigue; simplemente gira la vista hacia otro sitio.

El título marca un juicio que se establece constantemente en la película. Juzgar la maternidad es un acto de enorme gratuidad al que todos caemos, incluso los espectadores en el comienzo del relato. Posteriormente, a partir de una identificación con Julieta, el juicio se esfuma, y el espectador se compadece de lo que le sucede. Irremediablemente la considera la víctima, sin dejar de reconocer sus limitaciones y contradicciones.

Como dije al principio, ella cree fracasar, porque en verdad, la maternidad nunca se realiza exitosamente. Siempre existen culpas y reproches que la mujer se apropiará y Julieta no es la excepción. Ella sólo hace lo que puede, como todos.

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